Mañana, 20 de noviembre, el mundo conmemorará el Día de la Remembranza Trans, un día para llorar y recordar colectivamente a quienes han muerto como resultado de la transfobia. Creado en 1999 por una mujer transgénero estadounidense, Gwendolyn Ann Smith, el Día de la Remembranza Trans se celebra alrededor del mundo, incluido mi sitio de campo principal, Chile.
En esta publicación, exploro cómo las redes sociales pueden entenderse como una tecnología de conmemoración y duelo, especialmente para los grupos marginados. Inspirado en la animita, una especie de santuario informal popular en Chile y en otras partes de América Latina, propongo la ‘animita en red’ como una analítica útil para comprender el recuerdo trans en línea. Lo hago a través de una exploración del legado digital de la activista, educadora y escritora trans chilena Mara Rita Villaroel Oñate, quien fue una de mis primeras interlocutoras y también mi amiga.
La animita en red
La palabra animita viene de ‘ánima,’ o sea ‘alma’, que a su vez proviene del griego para ‘aliento’. Estos santuarios, generalmente sencillos y con forma de iglesia, se suelen erigir en el lugar físico de una muerte particularmente trágica y repentina. Históricamente, esto se debe a la creencia de que las almas de los que mueren de esta manera permanecen temporalmente atrapadas entre los mundos de los vivos y los muertos y deben ser acompañadas. Aunque la tumba es donde descansa el cuerpo, la animita es donde reside el alma – el aliento – de la difunta, convirtiéndose en un conducto de comunicación que a la vez conecta y separa a los vivos de los muertos (Turner 1974).
La práctica de construir y mantener una animita se basa en las prácticas de duelo andinas anteriores a la conquista, que posicionan a la muerte como una transición en vez de un final y que buscan “convertir al difunto en un antepasado” (Readi Garrido 2016). Por ende, la animita también debe entenderse como un archivo de sincretismo cultural y religioso, fruto de siglos de colonización española. Además de la iconografía religiosa, no es raro ver peluches, parafernalia de fútbol, imágenes de figuras de la cultura pop, cigarros y otros símbolos no religiosos adornando las estructuras. Sin embargo, en algunos casos, estas animitas cobran vida propia, transformando a la difunta en un santo popular, a quien se le pueden ofrecer oraciones, ofrendas y hacer mandas, proceso que al final puede borrar las especificidades de la vida que en un principio se quiso conmemorar.
Pero las animitas no solo facilitan la comunicación con la difunta, sino también sobre la difunta. Proporcionan un lugar físico fuera del cementerio en el que amigos, seres queridos y simpatizantes pueden reunirse para recordar y comunicarse con la difunta. Con la popularización de las redes sociales por el mundo, muchas prácticas de duelo se han trasladado al espacio digital.
Defino lo que he denominado “animita en red” como el conjunto de perfiles, publicaciones, páginas y contenido mediático que se vinculan temáticamente por una muerte en particular y que muchas veces lo hacen también literalmente a través del código subyacente. Su carácter digital permite que quienes se encuentren lejos o menos conectados con el fallecido participen en prácticas de duelo, lo que Anna Wagner llama “expansión social” (2018). Además, al igual que la animita tradicional, la animita en red también constituye un espacio en el que se reconstituyen y renegocian las subjetividades: la difunta como objeto de veneración y debate. Quienes interactúan con la animita se convierten en deudos, con ciertas responsabilidades, a pesar de sus distintos niveles de conexión con la difunta.
La muerte de Mara Rita
El 19 de abril de 2016, la activista trans, maestra y autora Mara Rita Villarroel Oñate murió inesperadamente tras la ruptura fulminante de un aneurisma cerebral, después de cumplir 25 años. Desafortunadamente, las muertes prematuras y repentinas de mujeres trans y travestis en Chile (y a nivel mundial) no son infrecuentes (Campbell 2019). Debido al rechazo familiar y social, muchas veces se ven obligadas a vivir vidas precarias que aumentan su riesgo de quedarse sin hogar, sufrir violencia sexual y doméstica y abusar de drogas (Valentine 2007; Kulick 1998; Rodríguez 2013). A pesar de que su familia es de clase trabajadora, Mara no vivió la precariedad inmediata de muchas de sus compañeras. Asistió a una prestigiosa escuela secundaria católica y entró en la igualmente prestigiosa Universidad de Chile para estudiar literatura española y pedagogía. Sin embargo, habiendo ingresado a la universidad legalmente como “un hombre”, a Mara se le prohibió hacer su práctica hasta el momento en que se la considerara “lo suficientemente femenina” para “pasar” como una mujer cis en el aula.
Casi inmediatamente después de su muerte, amigos y conocidos que sabían del trato que había recibido en la Universidad de Chile, comenzaron a especular que la causa de la muerte de Mara fue una sobredosis de las hormonas que tomaba como parte de su transición biomédica, en un intento de acelerar los resultados. Sin embargo, nunca hubo evidencia oficial de esto y los más cercanos a Mara sostienen que era meticulosa y exacta con sus medicamentos. Al final, es probable que nunca tengamos certeza. Sin embargo, esta publicación se centra en los discursos contradictorios que rodeaban la muerte de Mara, ilustrando los procesos iterativos y contradictorios de resubjetivación de los muertos – o sea, una renegociación colectiva de la subjetividad de la difunta – facilitada por la animita en red.
Narrativas contradictorias y resubjetivación
El 8 de noviembre de 2017, el exnovio de Mara, Vicente, hizo una breve publicación en Facebook, acompañada de un dibujo de la imagen más famosa de Mara, la que aparece en la contraportada de su libro de poesía Trópico Mío (2015). Inspirado en el debate sobre la muerte de Mara, en el post Vicente rechaza la idea de que Mara habría usado hormonas de una manera intencionalmente peligrosa. Como se verá más abajo, Vicente sentía cierta presión ética dada la alta visibilidad de Mara en la comunidad. Sin embargo, esto también posiciona a Vicente como un experto y quizás incluso como un representante de Mara, papel en el que se encontraba cada vez más después de su muerte. Su publicación deja en claro que él, y nadie más, fue testigo de la muerte de Mara desde el primer momento hasta su último aliento y que esta experiencia le permite hablar con mayor certeza y autoridad que otros miembros del círculo social de Mara y el movimiento trans en general. Pero quizás lo más importante es que la supuesta subjetividad de Mara como persona trans “responsable” se convirtió en uno de los temas centrales del debate.
Como era de esperar, la publicación de Vicente recibió bastante atención, así como algunos comentarios que evidencian el papel de la animita en red en la constitución y reconstitución de la difunta. Por ejemplo, un comentario de otra activista trans femenina ofreció lo siguiente:
Esta publicación pone la responsabilidad de la muerte de Mara a los pies de su universidad y plantea que compartir esta experiencia con el mundo es importante para la causa de los derechos trans por los que Mara tanto luchó, a pesar de la ausencia de “pruebas” biomédicas. Aquí vemos la reconstitución de Mara como activista ante todo, una que estaba lo suficientemente dedicada a su causa que los detalles de su muerte son menos importantes que el contexto que los rodea. Es decir, independientemente de la causa real de la muerte de Mara, la Universidad de Chile comparte la culpa, debido a sus políticas transfóbicas. O sea, los detalles importan menos que el poder que tiene esta historia para mejorar las vidas de otras personas trans.
En su respuesta, Vicente posiciona su responsabilidad ética hacia la comunidad trans de manera diferente a la de la comentarista anterior, un tema que había surgido también en su publicación original. Como persona trans, Vicente conoce personalmente los beneficios y riesgos de la transición biomédica, ya que los experimentó en su propio cuerpo y en el de Mara. Respondió que, sobretodo debido al nivel de fama que tenía Mara en la comunidad trans, presentar las sospechas como un hecho era peligroso para quienes estaban comenzando o considerando la transición biomédica. Le preocupaba que este discurso pudiera disuadir a las personas de tomar decisiones libres e informadas sobre sus transiciones.
Estos intercambios demuestran el proceso iterativo y tenso de construir una subjetividad duradera para la difunta a través de la animita, una que depende tanto de los recuerdos, experiencias y compromisos políticos de los demás como de cualquier realidad objetiva. Sin embargo, la animita en red también deja al descubierto los procesos de resubjetivación de ciertos deudos, como Vicente, tanto como expertos en el legado de la difunta y como actores con una obligación ética de llevar su memoria. Si bien se supone esto en el contexto de las animitas físicas, el carácter archivístico de las redes sociales hace que este proceso sea particularmente claro. No obstante, también es importante comprender cómo las propias cuentas de redes sociales de Mara, que siguen activas hasta hoy, también cumplen esta función.
Temporalidad y subjetividad
Los comentarios en el perfil personal y la Fan Page de Mara (para su trabajo literario) se distinguen de las conversaciones más arriba porque toman la forma de una conversación directa con la difunta, una que paradójicamente enfatiza la ausencia de la difunta y facilita la comunicación directa. Esta comunicación es muy parecida a la que ocurre en las animitas físicas, como oraciones, mandas, bendiciones escritas o conversaciones que asemejan la conversación cotidiana que existía con la difunta antes de su muerte.
La animita, tanto la versión física como su análogo en red, se caracteriza por múltiples temporalidades superpuestas que, en otros contextos, podrían entenderse como mutuamente excluyentes. Por ejemplo, una práctica de duelo común en Facebook es la de marcar el aniversario de la muerte con publicaciones que parecen comunicarse directamente con la difunta. Estas publicaciones de 2020 están escritas en segunda persona, dirigidas a Mara. El primero, escrito por Daniela, una amiga cercana de Mara, dice simplemente “Te extraño …”, un sentimiento común para quienes han perdido a sus seres queridos. En la siguiente, la autora empieza marcando abiertamente el paso del tiempo desde la muerte de Mara, para luego desearle lo mejor “donde sea que [ella] esté”. Finalmente, le pide a Mara que “inunde todo de poesía”.
Al principio, la mera idea de una publicación conmemorativa parece marcar incontestablemente la muerte de Mara, el punto final de su viaje lineal del nacimiento hasta la muerte. Sin embargo, desde otra perspectiva, es precisamente el acto de conmemorar la muerte de Mara lo que la devuelve, momentáneamente, al mundo de los vivos. Se puede leer “te extraño,” especialmente seguido de puntos suspensivos, como muestra de alguna esperanza de que cesará la añoranza, aunque no esté claro cómo y cuándo. Si bien Daniela no es religiosa, suele hacer bromas de que Mara está “penando” en su casa para que no la olvidemos. De manera similar, el uso del modo subjuntivo en la segunda publicación hace hincapié en la incertidumbre sobre el paradero exacto de Mara, aunque las últimas palabras la suponen como una figura con voluntad propia.
Así, la animita en red complica el supuesto binario entre vida y muerte; si la muerte es verdaderamente definitiva, ¿a quién va dirigido el mensaje?. Sin embargo, la animita en red, como su análogo tradicional, es un espacio de colisión temporal, en el que un ser querido puede estar simultáneamente presente y ausente. Crea un espacio de duelo comunitario, uno que hace posibles expresiones e interacciones que en otros contextos serían absurdas. Este espacio a la vez se ancla en una muerte, una finalidad -sin el cual la animita no existiría- y existe fuera del tiempo lineal, en el que la muerte y la presencia no se contraponen. Paradójicamente, es la marcha del tiempo lineal hasta otro 19 de abril que fomenta el retorno ritualista a este espacio de caos temporal. Es al recordar que Mara ya no está presente que la hacemos presente.
Conclusión
En esta publicación, quise demostrar cómo las tecnologías de las redes sociales han cambiado fundamentalmente el carácter y la calidad de nuestras interacciones, incluso después de la muerte. Aunque la animita siempre ha sido un lugar de remembranza pública, la animita visibiliza estos procesos colectivos y a veces contradictorios. También quise celebrar la vida de Mara y profundizar en la paradoja de su continua presencia a través de su ausencia. Aunque en muchos sentidos la animita en red es bastante similar a su análogo físico, la primera permite que las personas compartan su duelo de una forma más explícita y duradera. Además, quise demostrar el poder archivístico de las redes sociales para documentar y comprender mejor las prácticas de duelo y nuestras relaciones con los muertos y moribundos. A través del encuentro etnográfico con estas prácticas y dinámicas, podemos comprender mejor los cambios culturales en nuestras actitudes hacia la mortalidad, al tiempo que recordamos y celebramos a las muchas personas trans cuyas vidas fueron tomadas por la transfobia, tanto a través de sus huellas en el archivo como de los recuerdos de quienes aún estamos. La muerte de Mara, aunque no fue la consecuencia de un ataque transfóbico, fue indudablemente acelerada por el clima de transfobia e ignorancia que impregna gran parte de los sistemas educativos y médicos chilenos. En la animita en red, las varias versiones de la muerte de Mara coexisten, resistiéndose a formar una narrativa que enmarca su muerte o como un trágico accidente o como su propia culpa, permitiendo que salgan a la luz los factores sociales que apresuraron su muerte. Descansa en paz, Mara.
Muchas gracias a Noah Pozo Gutiérrez, amigo mío y de Mara, por su ayuda con la edición de la versión en español de esta publicación.
Bibliografía
Campbell, Baird. 2019. “Transgender-Specific Policy in Latin America.” Oxford Research Encyclopedia of Politics. Oxford University Press.
Kulick, Don. 1998. Travesti : Sex, Gender, and Culture among Brazilian Transgendered Prostitutes. Chicago: University of Chicago Press.
Readi Garrido, Pía. 2016. “Origen e Historia de La Animita.” In Lecturas de La Animita: Estética, Identidad y Patrimonio, edited by Claudia Lira, 17–26. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile.
Rita, Mara. 2015. Trópico mío. Santiago, Chile: Mago Editores.
Rodríguez, Claudia. 2013. Cuerpos Para Odiar. Santiago, Chile: Self-published.
Turner, Victor. 1974. Dramas, Fields, and Metaphors: Symbolic Action in Human Society. Ithaca, N.Y.: Cornell University Press.
Valentine, David. 2007. Imagining Transgender : An Ethnography of a Category. Durham: Duke University Press.
Wagner, Anna J.M. 2018. “Do Not Click ‘Like’ When Somebody Has Died: The Role of Norms for Mourning Practices in Social Media.” Social Media and Society 4 (1). https://doi.org/10.1177/2056305117744392.