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Metodologías Experimentales Para Escuchar el Presente: Entrevista a Alejandra Osejo-Varona

Este Mes de la Historia de la Mujer, queremos publicar una entrevista con la antropóloga colombiana Alejandra Osejo-Varona (Rice University). Su trabajo etnográfico tiene una importante influencia de las epistemologías feministas latinoamericanas y de los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología (STS), por lo que nos pareció valioso compartir su perspectiva sobre la investigación etnográfica multimodal. Esta entrevista fue realizada por Nicolás Gaitán y por mí, vía videoconferencia. En esta conversación, Alejandra Osejo-Varona nos cuenta cómo colabora con diferentes comunidades científicas para explorar nuevas formas de escucha de los seres que viven debajo del agua. Tecnologías como micrófonos, hidrófonos, algoritmos, modelos mapas y espectrogramas nos permiten imaginar otras formas de relación con las especies que viven en los ríos, especialmente aquellas a las que se ha catalogado como “invasoras”. Estas nuevas aproximaciones metodológicas abren formas de trabajo colaborativo e interdisciplinario para la construcción de nuevas sensibilidades y empatías, capaces de visionar otros mundos humanos y no-humanos.

Two hippos on the grassy banks of the river

Nápoles, Puerto Triunfo (Colombia). Imagen de la autora.

Karina Aranda-Escalante: Hola, Alejandra. Gracias por aceptar nuestra invitación. Por favor, cuéntanos un poco sobre ti y sobre tu trabajo más reciente.

Alejandra Osejo-Varona: Soy una mujer colombiana, hablo desde el sur occidente colombiano. Nací y crecí en las montañas del Cauca, en un departamento que está muy al sur del país, casi en la frontera con Ecuador. Estos son territorios cerca de páramos, frailejones y montañas, lugares muy mágicos donde nace y corre el agua que después atraviesa Colombia. Crecí maravillada por una diversidad de seres, animales y plantas, que tejidos a la vida de seres humanos, crean un territorio muy hermoso y poderoso. Estos lugares también han sufrido mucho las consecuencias de la violencia y la guerra que ha estructurado la historia de Colombia y especialmente la historia de esta zona. Soy una mujer situada en este tiempo y espacio, que busca entender una manera diferente de enmarcar esas complejidades y crear formas alternativas de imaginar el presente y el futuro. Eso me ha llevado a interesarme en la antropología y en la etnografía como una forma de ser y estar en el mundo.

Nicolás Gaitán-Albarracín: Alejandra. ¿Cómo concibes el enfoque de la antropología y la etnografía más tradicional? ¿Cuál dirías que ha sido la aportación de la antropología latinoamericana feminista?

Alejandra Osejo-Varona: Para mí, la antropología es una forma de explorar lo que es el ser humano. Surge con una pregunta muy específica sobre las diferencias, por ejemplo, sobre la diversidad biológica y el rol de la cultura y el lenguaje. En este sentido, cumple el rol de incomodar las perspectivas totalizadoras. Por otra parte, la etnografía es un método que nos permite prestar atención a los detalles. Nos ayuda a ser muy cuidadosos, ver diferencias donde otros métodos no la ven. Es darle un peso muy central a nuestra práctica: la observación. Hay otros componentes importantes, como son la capacidad que tienen los etnógrafos de establecer conversaciones con otros, como una forma de acceder a esas formas de ver, de vivir, de estar, de existir. Por eso, la antropología tradicionalmente ha estado centrada en el diálogo y la palabra. Eso explica por qué la racionalidad y la textualidad han desempeñado un papel tan importante.

Más recientemente la antropología latinoamericana feminista ha ayudado desestructurar valores y presupuestos coloniales. Ha permitido pensar lo humano fuera de la mirada eurocéntrica que considera lo blanco como ideal de humanidad. Y eso ha llevado también a replantear cómo hemos establecido los límites de lo humano con los animales, y también incluso con las máquinas, los artefactos y las infraestructuras. Las críticas feministas y la antropología ambiental exploran lo humano y lo no-humano como algo que está en constante producción en relación con otros seres. Eso ha contribuido a relativizar la centralidad de la palabra y de la visión. Ha permitido recurrir a otros sentidos en la producción de conocimiento etnográfico y ha dado lugar a nuevas formas de trabajo más experimentales.

Karina Aranda-Escalante: ¿Cómo aterrizan esas inquietudes en la materialidad y en los medios que elegiste para estructurar tu investigación etnográfica?

Alejandra Osejo-Varona: En mi proyecto y en mis intereses actuales de investigación ha sido muy importante aprender de otros. Me he acercado a comunidades científicas interdisciplinares que exploran el sonido y aprenden a escuchar a los seres que viven bajo el agua por medio de micrófonos hidrófonos, algoritmos, modelos, mapas y espectrogramas. Ellos tienen preguntas muy similares a las que yo hago desde la antropología: ¿qué escucha un hipopótamo?, ¿cómo se comunica un pez? Cuando me encuentro con comunidades de científicos que se preguntan cómo escuchan los otros, cómo sienten los otros, emergen unas posibilidades de trabajo colectivo muy interesantes. Estas comunidades potencian mi imaginación para plantear preguntas sobre las especies que son consideradas “invasoras”. ¿Cómo sería posible construir futuros colectivos y compartidos con estos seres? En mi trabajo se trata de aprender a escuchar el presente con las herramientas que surgen de estos diálogos.

Ahora estoy conceptualizando algo que llamo en mi trabajo infraestructuras para la convivencia. Son tecnologías que permiten una coexistencia menos violenta con otras especies. Por ejemplo, mi investigación sobre los hipopótamos en Colombia analiza cómo los pobladores han desarrollado ciertos tipos de infraestructuras que les marcan el camino y los alejan de los cultivos y las zonas de ganadería, en donde su presencia puede ser destructiva. Esto contribuye a imaginar otros futuros posibles en convivencia con estas especies y a desarrollar otras empatías y sensibilidades. Además nutre a la etnografía y a las ciencias con nuevas preguntas.

Esto es algo que también encontré en mi flash ethnography sobre las tortugas. La práctica tradicional de conservación requiere retirar los huevos de las tortugas del lugar en donde anidaron las madres. Mujeres científicas empiezan a formular nuevas preguntas desde el cuidado y una empatía diferente, por ejemplo, “¿será que estamos cortando una relación entre la tortuga madre y su descendencia al sacarla de su medio?” Lo que ellas proponen es escuchar los sonidos que emiten estos seres. A partir de la escucha podemos aprender de otros seres y podemos aprender cómo establecer relaciones de cuidado con ellos.

Two turtles submerged in the water.

Granja dedicada a la conservación de tortugas. Cocorná, Puerto Triunfo (Colombia). Imagen de la autora.

Nicolás Gaitán-Albarracín: ¿Qué diferencias habría entre hacer etnografías con seres terrestres y seres que viven debajo del agua?

Alejandra Osejo-Varona: Los humanos no podemos escuchar ni ver bajo el agua. Mi proyecto de investigación estudia animales acuáticos porque son seres lejanos a la percepción humana. Es complejo estudiarlos ya que están en constante movimiento y, además, porque no todas las aguas son iguales. Las aguas dulces en Colombia son particularmente oscuras. Por eso, para hacer este trabajo confío mucho en la gente que vive y que ha vivido siempre cerca de estos ecosistemas. Los pescadores y los habitantes ribereños conocen los flujos del río y sienten cómo han cambiado estas aguas. También uso mapas para buscar animales acuáticos. En colaboración con biólogos e ingenieros, estoy diseñando dispositivos de escucha para aprender a escuchar, no solo a los hipopótamos y a los otros seres acuáticos, sino a los paisajes en sí mismos. Hay toda una ecología acuática y terrestre de la que ellos hacen parte. Esa ecología no está desligada de la historia de la violencia y el conflicto armado. El río ha visto correr por sus aguas cuerpos desmembrados, ha visto sus riberas afectadas por los cultivos de palma, por la extracción petrolera. No está desligado de esos eventos.

Karina Aranda-Escalante: Leí “Chocolate Nápoles: Another Story to Tell about Hippos, Drug Trafficking and Violence in Colombia”. En ese texto capturas la complejidad metodológica y etnográfica que acabas de mencionar. Me entusiasma conocer tu trabajo, porque me parece que abre nuevas rutas de investigación relacionadas con la violencia en Latinoamérica. ¿Cómo entiendes tu propia posicionalidad dentro de los STS?

Alejandra Osejo-Varona: Mis preguntas de investigación emergen, en primer lugar, de la colaboración, la conversación y la interacción con científicos latinoamericanos que estudian biodiversidad y, en segundo lugar, de comunidades de mujeres que replantean sus prácticas científicas desde el feminismo. Te doy un breve ejemplo. Las biólogas hoy se están preguntando por qué los registros sonoros que existen son principalmente de pájaros machos. La ornitología ha partido siempre del presupuesto de que son los machos los que cantan para anunciar su presencia y para buscar el apareamiento. Pero estas ornitólogas dicen: “Las hembras también emiten sonidos, ellas también cantan y no solamente lo hacen en respuesta a los machos. El problema es que nosotros no estamos capacitados para escuchar estos sonidos.” Y no es porque no tengamos los dispositivos tecnológicos necesarios, sino porque no nos hemos hecho todavía ese tipo de preguntas. Las investigadoras feministas se proponen ampliar las preguntas de investigación de la bioacústica, la ornitología y otros campos. Tengo mucha curiosidad por saber todo lo que podemos aprender de las aves a partir de esas preguntas. Es ahí donde yo me posiciono, desde la empatía hacia estas comunidades de mujeres científicas.

La manera en cómo hacemos las preguntas es también una posición feminista acerca de los territorios y los seres. Un ejemplo muy hermoso es el trabajo de un colectivo de mujeres que se llama Viaje Sonoro. Está conformado por una bióloga, una ecóloga y una artista. Ellas exploran paisajes sonoros desde la ciencia y el arte. Ellas contrastan diferentes formas de escuchar la naturaleza, los paisajes y los ambientes sonoros en diferentes regiones. Este ejercicio nos permite aprender a escuchar los sonidos del mar y del agua desde nuevos parámetros, influenciados por reflexiones feministas y decoloniales.

Nicolás Gaitán-Albarracín: Gracias por esa recomendación y por esta conversación, la disfruté mucho.

Karina Aranda-Escalante: Sí, muchas gracias, Alejandra, por aceptar nuestra invitación.


La edición de esta publicación estuvo a cargo de Karina Aranda-Escalante.

Escucha el proyecto bio-eco-acústico de Colectivo Viaje Sonoro.

Referencias

Osejo-Varona, A. (2023, October 18). Chocolate Nápoles: Another Story to Tell about Hippos, Drug Trafficking and Violence in Colombia. Rice University. https://graduate.rice.edu/news/current-news/chocolate-napoles-another-story-tell-about-hippos-drug-trafficking-and-violence#:~:text=The%20unusual%20presence%20of%20hippos,Diego%20and%20Marcela%20live%20today.

Osejo-Varona, A. (2024, February 22). Audio Ethnographies of Water from Latin America: Aquatic, Attractions. Platypus. https://blog.castac.org/2024/02/audio-ethnographies-of-water-from-latin-america-aquatic-attractions/

 

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