#SerBiodiversidad
Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo. Según el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia, el país cuenta con 51330 especies, incluyendo 1909 especies de aves, 528 especies de mamíferos y 1521 especies de peces dulceacuícolas. Colombia ocupa el segundo puesto en biodiversidad en el mundo. Su territorio es un entretejido de ecosistemas distintos que favorecen tal profusión de vida, mucha de ella endémica. Sin embargo, muchas de estas especies se encuentran amenazadas por una serie amplia de factores en los que la actividad humana es protagonista: desde la expansión de la frontera agrícola y la ganadería intensiva, hasta los efectos del calentamiento global sobre los ecosistemas.
La actividad humana también es protagónica en la producción de la vida como “diversa”, al menos en su existencia como dato. La biodiversidad requiere de la catalogación, comparación, identificación y conteo de lo viviente. De otra manera sería imposible enunciar los números con los que empezó este escrito, como sería imposible decir que Colombia es el primer país en número de especies de orquídeas y aves, el segundo en plantas, anfibios, mariposas y peces de agua dulce, el tercero en palmas y reptiles, y el cuarto en mamíferos.
La biodiversidad es el resultado de prácticas científicas de ordenar, catalogar y contar. En este texto presentamos una reflexión generada por una intervención artística que propone un diálogo disonante con las ciencias de la biodiversidad. Nos preguntamos por el tipo de resultados que puede tener el arte y la ciencia en interferencia disonante. Más que ofrecer conclusiones, en este texto queremos sentir la manera en la que la disonancia puede abrir nuevas posibilidades estéticas y analíticas para todos aquellos interesados en la relación entre la vida y las ciencias.
#ExistenciaEnBusqueda
Una de las tareas más básicas para dar cuenta de la biodiversidad es el registro. Sin registros que puedan ser computados, limpiados, almacenados y sometidos a todo tipo de algoritmos, no es posible decir que en el país hay 1909 especies de aves o 528 especies de mamíferos.
El registro requiere de la clasificación taxonómica. La especie es la unidad básica a la hora de cuantificar biodiversidad y la especie no es posible sin taxonomía. La taxonomía, a su vez, es el resultado de la comparación entre especímenes en una colección o museo. De esta manera, la biodiversidad de Colombia está tanto en sus bosques, ríos, montañas, mares, etc., como en las colecciones que conservan especímenes colectados en el país.
El Instituto Alexander von Humboldt preserva una de estas colecciones. Su sede de Villa de Leyva alberga miles de especímenes cuidadosamente preservados. Allí, en gavetas y frascos, dichos especímenes están organizados según su especie, permitiendo el ejercicio comparativo a partir del cual puede definirse una nueva especie y confirmarse la identidad de las muestras procedentes de todos los rincones del país. Abrir las cajas de especímenes en el herbario, las gavetas de pieles de aves, o los frascos de ranas en formol es encontrarse con grupos más o menos uniformes, colectados en tiempos y lugares distintos, que permanecen juntos gracias a la caja, a la gaveta, al frasco y al ejercicio taxonómico elaborado por un grupo diverso de científicos. De hecho, el material del que está hecha la especie es la gaveta y lo que ésta contiene, pues la gaveta pone en acción la existencia de un tipo similar entre especímenes colectados en distintos tiempos y lugares (Martínez Medina y Hernandez, 2020). Por ende, este tipo, la especie, parece trascender sus múltiples localizaciones y tiempos gracias a la caja y la gaveta.
#OrdenandoEncuentros
El ejercicio de ordenar produce aquello que es ordenado y, al mismo tiempo, ese orden considera en detalle una larga serie de características de lo que ordena. De hecho, podemos pensar ciencia y naturaleza como resultados de esa intra-acción (Barad 2007). A diferencia de la interacción, la intra-acción no supone que las entidades relacionadas preexisten a la relación. Por el contrario, las entidades en intra-acción emergen de la relación, de tal manera que es la relación la que las produce. El concepto de intra-acción tiene también efectos sobre la agencia de las entidades, que ya no es una propiedad que individuos o humanos ejercen, sino un resultado de las relaciones de las cuales éstas emergen. Es precisamente mediante estas relaciones que la red de científicos, instituciones, tecnologías y prácticas de la biodiversidad producen uno de los países más biodiversos del mundo. Ordenar es un proceso continuo que debe ser sostenido en el tiempo y el espacio. El orden de la colección, de hecho, cambia. Se adapta a nuevos especímenes o a los cambios en la disciplina taxonómica con relativa facilidad. Cambios mayores son, sin embargo, poco frecuentes.
¿Qué pasaría si ordenamos los especímenes de otra forma? ¿Qué ocurriría si la información que incluimos sobre ellos cambiase? ¿Cuáles serían los efectos sobre la biodiversidad que estudiamos, entendemos, investigamos y sentimos?
#BusquedasDiversas
Es necesario recurrir al arte para encontrar un espacio de libertad en el que experimentar con otras maneras de ordenar, relacionar y sentir especímenes sea factible. Las fotografías que acompañan este texto pertenecen a Disonancia sugerida: experimento artístico en el espacio intermedio, una intervención artística creada por Seila Fernández Arconada que tuvo lugar en El Parche Artist Residency (Bogotá, Colombia), en julio de 2019 [1]. Allí se expuso una selección de muestras de cuarenta plantas y árboles de Colombia, atravesadas por una línea amarilla horizontal, a 130cm de altura, que reproduce la demarcación comúnmente utilizada por ecólogos que estudian los bosques, como parte de la metodología de “parcelas permanentes”.
Disonancia sugerida experimenta con la ciencia de la biología. Propone un espacio habitado por lo que podrían ser especímenes de herbario: plantas seleccionadas bajo ciertos criterios que fueron procesadas parcialmente, siguiendo protocolos científicos. A diferencia de las muestras conservadas en los herbarios, las plantas de Disonancia sugerida fueron prensadas durante algunos días para que recuperaran parcialmente su forma y no fueron secadas para que mantuvieran su color original. De esta manera, la artista nos invita a reflexionar sobre las nociones de duración y transformación, retando el propósito de la ciencia de producir evidencia que “perdure en el tiempo”. Los especímenes, dispuestos en la pared por medio de cuerdas, presentan no sólo una selección variada de la diversidad de plantas de Colombia sino una narrativa relacional basada en sus vínculos y diferencias. Cada muestra viene acompañada por un texto que representa, en sí mismo, un diálogo entre saberes múltiples: desde la descripción física del espécimen, sus propiedades y sus usos tradicionales, hasta conexiones con cosmovisiones ajenas a la ciencia. No figuran nombres, ni comunes ni científicos, pues éstos privilegian ciertos vínculos e invisibilizan otros. La mediación categórica se diluye para dar paso a otras formas de saber. Contrario a lo que suele suceder en un herbario, las muestras en Disonancia sugerida conservan la conexión con las personas, las plantas y los animales que cotidianamente se relacionan con ellas. Las descripciones hablan de relaciones simbióticas, remedios naturales y creencias. Permiten no sólo relacionar los especímenes entre ellos, sino acercarlos, mediante sus atributos, a los participantes presentes; unos participantes también seleccionados por sus intereses plurales —ciencias naturales, ciencias sociales y artes— que también integran este espacio multidisciplinar y multiespecie.
#SonidosyPaisajes
La experiencia inmersiva de este experimento artístico comienza cuando todos los participantes están juntos en el espacio. Desde unos altavoces se escucha un paisaje sonoro compuesto por sugerencias que evocan a la naturaleza. Incluye el sonido del viento y frecuencias graves, telúricas, como procedentes del interior terrestre. Estas vibraciones sonoras están acompañadas por una voz, una voz que llama a reflexionar y cuestionar el porqué de este ritual compartido. Tras varios minutos de escucha activa, los participantes son invitados a cultivar su planta interior. Se les pide que tomen una planta que los represente y la cuelguen de sus cuellos. Así, las muestras vegetales pasan de ser contempladas a ser protagonistas activas: dejan la pared (uno de los lugares tradicionales del arte visual) y abandonan los textos que las acompañan para fundirse con los participantes.
“Ya no tienes ojos, nariz, orejas o lengua, los sentidos se expanden a todo tu ser”, dice la voz. Los participantes, por tanto, pasan a ser organismos vivos, fijados al suelo, tomando consciencia de su nueva forma y ecosistema.
#PlantasSonoras
Atrás ha quedado la descripción de las plantas que ahora cuelgan de sus cuellos. Su tarea es sentir. Dejarse afectar por lo que ya no es una muestra vegetal. En estos momentos se experimenta un ser con la planta que diluye la diferencia taxativa entre la persona y la planta, a la vez que desafía formas convencionales de articular la colección como archivo. Se expanden las formas de sentir el bosque desde la corporalidad, ofreciendo preguntas transversales a las modalidades categóricas que enmarcan el bosque y la sociedad.
“Ya interiorizada tu planta acércate a su conciencia e intenta comunicarte a los otros a través de las ondas sonoras de este espacio. Toma unos momentos para pensar en un sonido que represente a esta planta y que, a modo de eco, viaje a cada uno de los entes de este lugar. Ese sonido busca disonar y expandirse en el tiempo y espacio, por eso mantén ese sonido lo más que tu respiración te permita y deja que se mezcle y actúe en un diálogo disonante sugerido”.
Este ecosistema creado se llena de sonidos. Se escuchan ruidos producidos por bocas y por hojas, por tallos y semillas, por palmas de manos. Es el sonido de la disonancia en la que humanos son con plantas y viceversa. Después de unos minutos el experimento termina e irrumpe un silencio a modo de despertar, una transición hacia la conversación. Las plantas siguen colgadas de los cuellos. Ahora es momento de escuchar con voz humana lo que esas plantas podrían decir.
Este intercambio verbal permitió dar cuenta de la diversidad de experiencias de los participantes, muy ligadas a sus formaciones disciplinares y vivencias previas. Escuchamos a Rafael hablar de la necesidad de cerrar los ojos para agudizar los sentidos. Jenny también nos contó sobre la sensación de “no saber” generada por la ausencia del nombre de la planta. Al final, cada participante humano se llevó consigo la planta que portaba.
¿Qué pasaría si un diálogo transdisciplinar y multiespecie tomara las riendas del “orden”? ¿Cómo se podría implementar una metamorfosis en las formas y metodologías empleadas para generar y ordenar conocimiento? ¿Cuáles serían los efectos de esa transformación en la naturaleza y la biodiversidad?
Referencias
Barad, K. (2007). Meeting the Universe Halfway Quantum Physics and the Entanglement of Matter and Meaning. Duke University Press.
Fernández Arconada, S. (2019). Paisaje sonoro, Disonancia Sugerida, experimento artístico en el espacio intermedio. dentro del proyecto Colombia BioResilience: Biodiversity resilience and ecosystem services in post-conflict socio-ecological systems in Colombia. Presentado públicamente en El Parche Artist Residency, Bogotá, Colombia.
Martínez Medina, S. y O.L. Hernandez. (2020). “Colecta como captura recíproca múltiple: etnógrafos, científicos y especímenes en clave cosmopolítica”. Revista Colombiana de Antropología, en prensa.
[1] Disonancia Sugerida sucede en el marco del proyecto Colombia BioResilience: Biodiversity resilience and ecosystem services in post-conflict socio-ecological systems in Colombia, colaboración entre la Universidad de Bristol, la Universidad de Exeter (Reino Unido) y el Instituto Alexander von Humboldt (Colombia), entre otros.