La menstruación como tema de estudio no es algo nuevo. Margaret Mead, Mary Douglas, Chris Bobel, Miren Guillo y Karina Felitti, entre muchas otras, han discutido cómo la menstruación se ha relacionado con prácticas concretas, y cómo los tabúes presentan gran dinamismo y variabilidad al ser construcciones culturales específicas frecuentemente ligadas a sistemas de control corporal y género.
En este artículo presento los avances de una investigación que explora cómo los tabúes asociados con la menstruación se ven reflejados en la trayectoria corporal y emocional de mujeres y personas menstruantes a través de la implementación de una metodología basada en la construcción colectiva de corpobiografías emocionales (Ramírez, 2024). Aunque la relación entre tabú y vergüenza en torno a la menstruación ha sido ampliamente documentada desde diversas perspectivas científicas y teóricas, esta investigación busca profundizar en los momentos, actores clave, y narrativas que hacen que emociones y actitudes se encarnen y adquieran un significado profundo en la experiencia menstrual. El estudio se centra en la trayectoria de mujeres universitarias en Guadalajara, México, y es un análisis cualitativo que toma como antecedente los resultados de la encuesta “Fluye con Seguridad,” realizada en 2023 en la red de la Universidad de Guadalajara.
Feminismos, Activismos y Educación Menstrual
Desde una lectura hegemónica, la segunda y tercera ola fueron determinantes para posicionar la menstruación como parte fundamental de la agenda feminista. En América Latina los activismos y la educación menstrual emergen como dos movimientos que, a pesar de sus tensiones internas, conforman proyectos de investigación-acción orientados a la salud y los derechos (Calafell, 2021). Estos movimientos, que se han consolidado en la última década, han creado espacios de difusión, información y acción política mediante el trabajo territorial y la presencia digital. Esta última ha sido especialmente significativa no solo por cuestionar los tabúes, la vergüenza histórica y los sesgos de género asociados a la menstruación, sino también por su compromiso con la construcción de contenidos científicamente fundamentados, experienciales, incluyentes y diversos. Esta aproximación considera la diversidad corporal, de género, de raza, de orientación sexual y las variaciones culturales en la construcción de los cuerpos y las tecnologías para su gestión (en este caso menstrual), permitiendo que mujeres y personas menstruantes o que están por menstruar, accedan a información significativa que trascienda la mera exposición a contenidos en plataformas digitales.
Antecedentes Cuantitativos de la Exploración
La encuesta “Fluye con seguridad” (Muñiz, Ramírez, Sánchez, Garibaldi, García, Romero y Reynoso, 2024), realizada en la Universidad de Guadalajara, nos permitió construir un panorama situado de conocimiento sobre la menstruación en la población universitaria. Fue un ejercicio representativo, con una muestra de 2741 casos, y es la primera encuesta interuniversitaria en su tipo. Comparto aquí dos puntos centrales que dieron origen a esta exploración cualitativa. Para la población de mujeres y personas que menstrúan en la universidad:
- La menstruación está visibilizada desde el estigma y el silenciamiento, incluso que es preferible utilizar eufemismos (se registraron más de 130 diferentes) en lugar de la palabra menstruación.
- Se identifican 4 emociones regentes: la vergüenza 57%, el miedo 46%, el asco 30% y el rechazo 21%. Estas emociones no solo afectan la percepción de la menstruación, sino que impactan en aspectos más amplios, como el deseo de no menstruar (78%), sentimientos de odio (55%), o rechazo hacia el ser mujer (50%).
Asomos a las Corpobiografías Emocionales sobre la Vergüenza
La vergüenza es “causada por la atención que terceras personas ejercen en nuestra manifestación corporal” (Simmel, 2018:70) y es un vínculo que revela la relación con el otro y de una misma desde la mirada del otro (Sabido, 2020:301), pero siempre situada y construida a partir de los contextos relacionales y emocionales. Al recuperar las corpobiografías emocionales de mujeres universitarias, se observa que la falta de información sobre qué es, qué implica y cómo se siente la menstruación, así como la secrecía y los discursos morales y religiosos alrededor del cuerpo, fueron factores determinantes para que la experiencia de la menarca estuviera envuelta en sorpresa y desconcierto, pero no necesariamente en rechazo.
El rechazo alrededor de la menarca se relaciona principalmente con factores sociales y comentarios como “ya eres mujer” o “una señorita,” y con las normativas y estereotipos asociados con lo femenino que dejan de lado la vivencia centrada en la niñez, sobre todo en el caso de menarcas a edades tempranas. La experiencia de menstruar, si bien pareciera individual, sigue siendo un evento con carácter social y normativo que direcciona y potencialmente condiciona experiencias, emociones, identificaciones y pertenencias:
“Menstrué a los 8, y fue muy fuerte porque yo no quería ser mujer, yo quería seguir siendo una niña. Siento que me quitaron el derecho de vivir mi infancia.”
“Menstrué hasta los 15, y eso me hizo sentir que ahora sí era parte de las mujeres.”
“Recuerdo que cuando le conté a las personas de mi círculo me hicieron sentir superior porque me estaba desarrollando más rápido que otras, yo ya era una mujer.”
Este factor de socialización de la menstruación genera también emociones y vivencias contradictorias entre sí. Las madres (y hermanas en algunos casos) suelen ser las principales referentes y las primeras personas en los círculos de confianza. Pero la percepción de la información que reciben de ellas no resulta adecuada o suficiente, y tampoco existe, en la mayoría de los casos, un sentimiento de acompañamiento en la experiencia de menstruar. En los círculos ampliados es donde más se identifica la construcción del tabú y la incorporación de la vergüenza, ya que, en los comentarios de hermanos, amigos, tíos u otros varones se crean valoraciones diferenciadas. En los casos de una valoración aparentemente positiva, la menstruación se construye con base en su potencial reproductivo, y en una normativa y representación heteronormada de potenciales relaciones sociales y familiares (“ya te puedes casar”). Esto resulta incómodo porque toca a decisiones reproductivas o relacionales que tienen que ver con la autonomía corporal y sexual de las mujeres y personas que menstrúan.
Por otro lado, aquellas narrativas que asocian la menstruación con un proceso natural también reproducen otros discursos de invisibilización: “es que menstruar es tan natural que no valía la pena hablar de eso,” o reproducen la noción de la sangre como desecho y como fluido contaminante que debe generar asco si se ve o si se nombra de manera pública. Ejemplo de ello son los relatos asociados con las manchas, particularmente en los primeros años de la trayectoria menstrual: “Fui con mi mamá a la iglesia e iba vestida de blanco, me manché muchísimo y las miradas de todos me hicieron sentir pena.”
Un factor fundamental que cambia de manera importante la percepción de la experiencia menstrual es la socialización entre pares, particularmente en la edad adulta. El poner en común las experiencias y emociones encarnadas alrededor de la trayectoria menstrual ha sido un elemento fundamental para enfrentar el tabú y transformar la vergüenza. Destaca que la menstruación desde el ser adultas matiza las emociones de rechazo y asco, principalmente porque existe más apertura a hablar sobre el cuerpo, y por la apropiación de discursos y narrativas feministas que apuestan por la autonomía, las pedagogías corporales, el autocuidado y el cuidado colectivo. También se percibe menor exigencia social y una apertura mayor a la experimentación asociada con las relaciones sexuales durante la menstruación o con el uso de alternativas de gestión como la copa menstrual, el disco menstrual o el sangrado libre.
En este sentido, las plataformas digitales han jugado un papel fundamental: han funcionado como espacios de denuncia, donde las usuarias visibilizan la escasez de información sobre la salud menstrual transformando la vergüenza en experiencias y saberes encarnados. Y también estas plataformas han sido cruciales en la difusión de alternativas de gestión menstrual, trascendiendo su rol como meras herramientas de comercialización para convertirse en espacios de construcción de pedagogías corporales y menstruales que apuestan por la educación y la salud desde la autonomía.
Conclusiones Provisionales
La experiencia menstrual se configura como un fenómeno complejo donde convergen factores sociales, culturales, tecnológicos y emocionales que moldean su vivencia individual y colectiva. La vergüenza emerge como una emoción estructurante que no solo afecta cómo se percibe y encarna la menstruación, sino que también revela las tensiones entre la experiencia corporal íntima y su dimensión social. Esta emoción, lejos de ser meramente individual, se construye a través de la mirada del otro y las normativas sociales, como evidencian los testimonios sobre la menarca y sus implicaciones en la construcción identitaria de “ser mujer.”
Aquí vemos tres transformaciones significativas en la experiencia menstrual contemporánea: primero, la transición desde una vivencia marcada por el silencio y la desinformación hacia espacios de diálogo y construcción colectiva de saberes; segundo, el papel crucial de la socialización entre pares adultas como factor de resignificación y resistencia ante los tabúes tradicionales; y tercero, la emergencia de plataformas digitales como espacios que no solo visibilizan y denuncian la falta de información, sino que activamente construyen nuevas pedagogías corporales y menstruales.
Si bien persisten los discursos morales, religiosos y de género que históricamente han condicionado la valoración y experiencia menstrual, se observa un proceso de transformación impulsado por dos fuerzas principales: la agencia de mujeres y personas menstruantes que buscan resignificar sus procesos corporales y emocionales; y la creación de contenidos digitales que politizan la experiencia menstrual y proponen nuevas formas de representación y educación menstrual desde la autonomía.
Esta investigación abre camino para profundizar en cómo el tabú opera en distintos niveles de la experiencia menstrual, sugiriendo la necesidad de seguir explorando la intersección entre la vivencia corporal-emocional y los contextos sociodigitales contemporáneos. Particularmente, resulta relevante analizar cómo las nuevas formas de socialización digital están reconfigurando las narrativas sobre la menstruación y transformando la vergüenza en un motor de cambio social y político.
Nota
[1] Profesora Investigadora del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. Contacto: mros.rm@gmail.com y rosario.rmorales@academicos.udg.mx https://www.researchgate.net/profile/Maria-Del-Rosario-Ramirez-Morales/research
Este post fue curado por el CE Iván Flores.
Referencias
Calafell Sala, N. (2021). La educación menstrual como proyecto feminista de investigación/acción. Revista Pedagógica, 23, 1–22. https://doi.org/10.22196/rp.v22i0.6500
Muñiz, S., Ramírez, R., Sánchez, A. M., Garibaldi, E., García, Z., Romero, F., & Reynoso, M. (2024). Encuesta Universitaria de Menstruación “Fluye con Seguridad”. Universidad de Guadalajara: FEU, CEG CEED. https://www.researchgate.net/publication/380785862_Encuesta_Universitaria_sobre_Menstruacion_Fluye_con_Seguridad
Sabido, O. (2020). La vergüenza desde una perspectiva relacional. La propuesta de Georg Simmel y sus rendimientos teórico-metodológicos. En Ariza, M. (Eds.)editor. Las emociones en la vida social : miradas sociológicas (pp. 293-325). IIS UNAM.
Simmel, Georg (2018). “Sobre una psicología de la vergüenza”. Digithum 21:67-74.
Ramírez, R. (2024). Aproximaciones al cuerpo y las emociones alrededor de la experiencia menstrual [ponencia]. CDMX, México.